en la mañana triste, y un viento con amores
se desliza en las calles y en los corazones.
Nadie sabe por qué, pero se alegran
las sombras y los hombres
como si Dios hubiese descendido a fecundarlos
En el día de hoy el sol se ablanda
y mansa luz como un aceite unta
a los cansados y a los tristes.
Un canto para sordos se desprende de las cosas
y esa terrible dulzura que es Dios insoportable
contagia la salud de un pecho a otro.
Es la hora interminable, la inasible,
la eternidad que dura un abrir y cerrar de ojos.
(Mientras esto he dicho, el día se ha partido en
dos como una granada madura)
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