LO PRIMERO QUE HAY QUE DECIR
es esta dulce, esta llorosa arena
cayendo de las manos,
este tiempo, estos días,
este fluir obscuro, inexorable,
manantial de la muerte,y estos ojos
que no alcanzan a ver ya nada, nada.
¡Qué tristeza, qué fiesta,
qué soledad!
Nadie ha de verlo, nadie
al lugar de los árboles obscuros
podrá llegar; nadie a la espesa sombra
donde el agua flotante, inextinguible
extiende redes; nadie podrá hablar.
Hay un muerto que puede oírlas voces de los que quiere.
Hay una isla a donde llegan pájaros y cartas.
Hay un cementerio de mujeres en un lugar de abril.
No puedo regresar.
Digo que ya no puedo regresar.
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