SI PUDIERAS ESCARBAR EN MI PECHO, y escarbar en mi alma, y escarbar por
debajo de las tumbas, no encontrarías nada. Es sólo el tiempo el que nos
pone algo en las manos, una fruta, una piedra, algodones o vidrios.
Soy inmensamente esta hora. Me he puesto esta mirada en los ojos y estoy
frente a las sombras. La vida sólo dice las palabras que le hemos enseñado,
y el silencio es un cristal opaco, el misterio es un muro detrás del cual no
hay nada.
¿Cuál es el esqueleto de mis días?, ¿qué rastro, qué huella de mí queda?,
¿qué permanece, sino estos vanos humos de la memoria encerrados en este
cuarto ciego? ¡Abrid las ventanas!, ¡que entre la luz y que entre el aire, el
aire que es el más fiel testigo de la vida!
En vano quieres sacar agua del pozo. El ayer se ha secado, y sólo los
rastrojos bostezan en su arenal oscuro.
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